Oj-alá la marabunta
Como cuando sin querer
pisas un hormiguero
en pleno verano
y contemplas la tierra
semicalcinada y adobada
con la saliva de sus habitantes
y desmoronas sus primorosas
galerías construidas
con su menudeo constante
entre el ir y el venir
guardando semillas, comida
para cuando el frío invierno,
y sin darte cuenta y de pronto
hasta tus rodillas ya llega
la marabunta y si te descuidas
y no sacudes tus muslos
tus caderas
tu barriga
te ves cubierta de hormigas que hasta
tu cuello tu boca tu garganta tus ojos tus oídos
alcanzan y a tu cerebro y a tu corazón
devoran ellas rebeladas
contra quien les destrozó
su residencia,
así fue
el temblor que sacudió
la tierra que construía
aldeas, pueblos, ciudades, mezquitas, murallas,
¡torres!
alminares con su propia tierra
convertida en ladrillos de adobe…
Y así debería suceder:
sus habitantes rebelados
contra quien los pisa
sin pisar su tierra
contra quien se erige
como monarca fuera
del país que rige
habitando países ajenos
donde se construyen palacios
con piedras y forjados de oro
casi inmunes a todo.
Cualquier marabunta antes
que continuar permitiendo
el poder de la indecencia.
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