Este blog es continuación de mis otros dos anteriores (2008-2023): "El cuarto claro" (Poesía) y "Meridiana claridad" (Fotografía).

Hacia un fin sin final

Rosa final




Himno a la Virgen* (T.S. Eliot)


El amor es necesario

para unir a los contrarios. (Apostilla de la traductora)

("En mi principio está mi fin". T. S. Eliot. “Cuatro cuartetos”)


Señora de los silencios     

calmosa y agitada

destrozada y enterísima

rosa de la memoria

rosa del olvido

exhausta y dadora de vida

solazadamente inquieta 

la única Rosa

es ahora el Jardín 

donde todos los amores finalizan

terminan el tormento

del amor insatisfecho

el mayor tormento

del amor satisfecho

fin del viaje sin fin

hacia ningún fin

conclusión de todo lo que

no puede ser concluido

lenguaje sin palabra y

palabra del no lenguaje

gracia a la Madre

para el Jardín

donde todo amor finaliza.


(Traducción propia)


* De "Miércoles de ceniza"




Sea Nochebuena en paz





 Atardecer de nochebuena


esto es un cansando de espejos

que sucumben ensimismados  

en sus consabidos reflejos de brillos

 y despintados y serenos soles

reflejados sobre el pétalo de la rosa.

¿Habrá quien atestigüe tanta osadía, 

tanta simiente reflectada que se ajusta

al horario ya sin anclas?: Bella la muerte

de no importa ya qué modo de luz.


Sobre el patio se tumban cansados

los brazos extensos del atardecer

y el son del invierno mísero

—es tan bonita la palabra—

y tan cálido invierno

como las rosas que asoman

por tu boca o tus labios

que también se tumban

uno sobre el otro,

ambos sobre el patio con su gesto

de manos juntas en paz

con los colores de tu piel,

también naranja y rosa,

que vuelven el cielo a su envés

o a la muerte de la pálida

y lúcida guía

en el mundo curvo 

que ya canta 

noche de paz

deseo para ti.


Paso de ranas

 


La rana

 

¿Cantar?

¿Croar?

 

Mi lengua caza mos-

cas-cas

-quívana

he creído alimentar

cuando sólo vaciaba

el aire de seres vivos.

 

Salir del sujeto

de cuerpo y hambre,

llegar al objeto de los deseos.


(De "Nueva Biología")

Tres haikus de un recién casado en su luna de miel

Disparo de mi hijo




Tres haikus de un recién casado en su luna de miel


En suelo ajeno con paredes de lienzo, mi hogar, tu rostro. * De oriente extremo el rumbo de tus ojos: ya no me pierdo. * Ni disfrazada la salud mayor niegas: tu cuerpo es centro.



(De "Opiliones")



Renacimiento


Disparo de mi nuera


Renacimiento (variaciones niponas)


todo tiene

su tiempo

de lugar

elegido.


todo deviene, 

acontecer del tiempo

sobre el lugar.


todo detiene

al tiempo y su lugar

desaparece.


tiempo al tiempo

da lugar a la luz

yasu so-lio.


todo a la luz

deviene en detener

el mundo en sombras.


el sol naciente

me conmina a nacer.

de luz, imperio.


el sol naciente

me ordena renacer

su imperio: la luz.


((De "Opiliones")


Suelo estrellado

Contaminación lumínica

El cielo se ha estrellado contra el suelo.

*

No vemos las estrellas en el cielo,
 las hemos sembrado en el suelo.


Vista de Tokio. Autor disparo: mi hijo

 

Dos corazas


Universidad de Tokio. Autor disparo: mi hijo


 Almendra japonesa


Los restos y tanto frío

que me acosté a dormir

la penumbra del estómago,

lo que restaba y tanto frío

a dormir como si cielo

fuera el cenizo rojo y verde

de invierno que está triste,

muy triste con sus restos,

como las luces anglosajonas

bajo la niebla tan triste

como un suelo mojado

por la niebla,

algo sucio

nada puede

quedarse

asentado en él,

tan triste ese suelo

como la luz de las almendras

cuando se hielan y las hojas

de su árbol ya han caído,

ya han caído como las cortinas

del aire empujan mis brazos

como hojas caídas

hasta el suelo gris o verde

de la noche y el lamento frío

de la esperanza métrica

como ese fruto encerrado,

como esa cáscara dura

que no hay quien la rompa,

ni mis manos ni mis ojos, y quién,

qué, si no, debe romperla

sino yo, o yo dentro de ella.

Para qué, se pregunta el boreal

que la congela.


rumbo o derrota o victoria,

o intransigencia o victoria,

ser capaz, quizás solo

la nobleza del antiguo samurai

me delata. Con su espada

y su coraza.


(De "Los restos")





Rosa ignara




Rosa ignota La única Rosa es ahora el Jardín (T. S. Eliot) El ojo de una rosa todo lo ve, qué mira cuando la miro sino un espejo donde se puede ver a sí misma. Yo en ella y en su ojo me veo como cíclope ante mí sin mirada. Qué somos si no reflejo una de otra. Qué miro yo cuando su mirada me mira no viendo nada. Dónde la rosa virgen. Dónde la rosa toda sino en la no vista en el jardín. En la ignota.

(De "Cura de humildad".)

Imagen de cabecera de este blog

 


Pedo en cuatro pedes (bueno, en cinco)

 



Novum organum

(A J. C. Sánchez Sottosanto y sus “Nueve sonetos putos”. Ediciones Urania, 2023.)


En mi principio está mi fin (T. S. Eliot)


a veces la insoportable

levedad del ser se convierte 

en la insufrible pesantez del estar

con uno mismo o con los demás

igual es

mi ser

inaguantable hasta

por mis hombros

caídos del "día 

que nací yo,

qué planeta reinaría".

De Saturno me llega

el tufo y, cómo,

si abundo en practicar

el patinaje artístico sobre sus anillos,

he conseguido sobrevivir

a tanta "gravedad 

permanente".

No alada soy.

ni aldeana o urbanita,

solitaria me llamo

como el gusano 

que en el íleon se abalanza

contra todo devorando.


Hasta que lo purgan.


Alma vana, ligera muela

del molino de mis tríceps,

conquista huera el callejón

con salida de ti. Busca el ano

que te expida. Si viento

o sólido fecal, no importa.

la tierra abonarás

o aumentarás el CO2 del aire.

(a ver si así cambia de color,

vela su torturante azul).

Total, ya puestos en jarras

me he acostumbrado a verlos

como mi cuerpo, mi universo,

el sentido de mis sienes gravosas,

los leves padeceres de una

en la insoportable autofagia

de mi mesenterio.


II

Se me salen las tripas

sin padecer

krohn o colon irritable,

pero sabed que,

sin ser

médico psiquiatra ni paciente

bendecido por clínica privada,

soy funcionaría de un esta-

do

que hace aguas

mayores. El de la justicia

se resbala, patina sin arte,

pero con inmensa parte, 

sobre todos 

los pesares de quien sin dudas

avanza con la solventura

de unos bolsillos repletos

de nada.


O de poesía.


O de la insoportable levedad

del ser, sus bravuras o cobardías.


III

Tan sólo sucede que estoy cansada.

La luz demasiado abundante

“desa” estrella que nos mantiene,

man-tiene achicharrada a mi huésped.

Así, solo soluciones patéticas

me sobrellegan:

a través del hígado, el órgano

que construye ese manjar de ricos

(y hoy también de veganos y pobres).

No olvido que hasta para Horacio

el corazón no existe. Sus filetes inventé

cuando olvidaron repartir

proteínas entre las prometeas

adalides del canto de las ballenas.

La mía es muda y no abre la boca.

Me conserva bien a salvo 

de las capturas

de los hijos del sol naciente.

Yo soy del poniente ligeramente 

escorada, mas mi apertura 

natura al sur de mí

sólo me ha traído dolores.


(Se calla el necio olvidando

que su silencio es más sonoro

que la misma muerte del gus-ano:

a través de su sidéreo agujero

me extiende hacia sus brazos.)


IV

Qué triste broma y guasa

que ser ama de casa, y hasta poma

como el dolorense cantaba,

no se contemple hoy como fémina

fuerza, cuando mi decisión

significaba significarse

como              rebelde 

con                 causa

contra             un patriarcado exigente

de mujeres con salario

además de sinergentes

con lo importante en la vida

de cualquiera. Así que me señalé

a mí misma como diferente.

De ahí me llega el mundo

en que no vivo, mejor,

en qué tipo de mundo vives,

Sofía, como queriendo decir,

en qué sueño o suelo has construido

el cementerio de tus enhebradas

dudas. Embarazada de tu silente

bueno y recio, que hoy se casa,

renegaste de las mieles del éxito,

porque el triunfo, según tu parecer,

era nueva vida creada

y, de tan pequeña, necesitada de guía

para caminar sobre esta 

costra dura de la nomenclatura.

Aun casi abstemia, borracha

de fe creías, y hoy ya,

aunque con hígado más leso,

aún sigues creyendo

en tu ciencia cierta: no hay mundo

más cruel 

que aquél

en el que dejamos

solo

a un hijo.


Y antes me mato

que crueldad

en éste donde él habita.


Por eso, habitualmente,

siempre callo en prosa

y me deslío como puedo

a través de un poético pedo

y su aromática esencia

que al mundo externo 

expulso y él, el viento, ficia

no sé aún si bene o male.


Si no, si esta no es la forma, que me fusilen.

Total, no va a ser la primera vez.

Al igual que nuevos órganos la medicina descubre,

otras músicas crearán las recientes esferas

que a esta inocente fe os prendan o muevan

y, así, el mundo cambie.

Que ya me duelen el corazón,

el hígado y hasta el alma

de tan nulo valor 

con el que me armo

y el escaso amor 

que mis semejantes mantienen 

por sus hijos, por sus hermanos,

por sus padres y por la poética

que mi ano expulsa con femenino

(em)poder(a-miento)

entre de-más mujeres y varones,

tal como mi mesenterio predica.


(De "Cura de humildad")

Poker face

 



Ante mí


Tan a expensas del cielo

azul las flores otoñales

elevan livianas plegarias 

sin lágrimas

ni de dolor ni de amor

salvo por la luz blanca

de su tiempo detenido.

me descubro ante mí

como la intrusa que me habita,

pero nunca me quitaré 

el sombrero ante ella

ni ante ella.

{De "Cura de humildad".}

Leaf lemon

 Leaf lemon

 

Whiter




Milky meat


No avanzo en lo que intuyo 

tengo que 

o debo hacer.

Temo que se me queden

los versos ocultos 

en la bodega del hallazgo,

temo que nunca abandone esta espiral

de vertiginosa pausa que me ocupa,

como si ya no existiera,

como si yo no existiera,

como si,

efectivamente, fuera por fin 

Nadie. Soy

Nadie.

Se blanquea el humo de la discordia,

la niebla blanca acoge a todas las medusas.

Es la marea de leche planetaria,

la verdadera ausencia del poder.


(De "Camino de sirga", 2023)

(Esta publicación se relaciona con ÉSTA y con ÉSTA)

Al pueblo marroquí

 



Oj-alá la marabunta


Como cuando sin querer

pisas un hormiguero

en pleno verano 

y contemplas la tierra

semicalcinada y adobada

con la saliva de sus habitantes

y desmoronas sus primorosas

galerías construidas

con su menudeo constante

entre el ir y el venir

guardando semillas, comida

para cuando el frío invierno,

y sin darte cuenta y de pronto

hasta tus rodillas ya llega

la marabunta y si te descuidas

y no sacudes tus muslos 

                      tus caderas 

                      tu barriga

te ves cubierta de hormigas que hasta 

tu cuello tu boca tu garganta tus ojos tus oídos 

alcanzan y a tu cerebro y a tu corazón 

devoran ellas rebeladas

contra quien les destrozó

su residencia,

así fue

el temblor que sacudió

la tierra que construía

aldeas, pueblos, ciudades, mezquitas, murallas, 

¡torres!

alminares con su propia tierra

convertida en ladrillos de adobe…


Y así debería suceder:

sus habitantes rebelados

contra quien los pisa

sin pisar su tierra

contra quien se erige

como monarca fuera 

del país que rige

habitando países ajenos 

donde se construyen palacios

con piedras y forjados de oro

casi inmunes a todo.


Cualquier marabunta antes

que continuar permitiendo

el poder de la indecencia.




Greyer

 



Nadie

 

Quiero ser nadie,

abarcar el microsegundo

desde la infinitésima parte

de la nada, del ánimo total

engrandecer la miseria

escondida entre los raudales de luz, 

calibrar siendo nadie,

beber sin sed ni esófago,

semantizar los perfiles oscuros

y adolecer de carisma,

enaltecer ser nadie

contra, con y sin el tumulto:

la bandada de pájaros que orbita

alrededor de la musaraña activa

encuerda siendo nadie

quien responde en ausencia de voz.

 

Calma blanda.

 

Crujía de almendro su madera,

tierna miga de tierra

envuelta en la seda sordina de la araña.

Nadie. Calmar.

El sosiego presente, el pasado 

intransitable, el futuro inocente.

 

Nadie seguir siendo

para que todo sea.


Blacker





Black Blood

(Un denso vacío de todo, un huero lleno de nada.)


Inmensurable, el agujero negro

se empequeñece 

para hacerse un hueco en tu pecho,

socava tu piel 

quebrando los huesos,

gangrenando la carne,

atajando la génesis 

de nuevas células,

oxida la sangre hasta asemejarla

al petróleo y sus pétreos

y pútridos secuaces.

Y todo lo atrae,

todo lo traga la garganta

con hambre eterna de todo

hasta ennegrecer de tan multicolor alimento.

Porque todo ansía, todo ingiere,

todo engulle la insaciable onanista

de vacuos cauces y costados escarpias

con atisbo lascivo sobre el todo 

que le permite 

ni ser.


Tan altruista.


Sólo le importa el otro.


Ven sobre mí

para que el dios menor atosigue

estos pulmones ahítos 

y así puedan respirar libres

de la ajena enfermedad lapidaria.

Trágame para vaciarlos

en ti y que su aire te implosione

hasta que seas nube de sangre

blanca, sideral y humano

fenómeno inencontrable

ya.


Cortar los huevos

 




Cortar los huevos 

(A todos aquellos y a aquellas todas a las que se les escapa el insulto de feminazi)

Cuando tenía diez u once años, un mediodía justo al volver del colegio, me encontré la figura de un hombre apostado al lado del arranque de la escalera que llevaba al piso donde vivía con mis padres y hermanas. Me sorprendí lógicamente (entonces los portales de los edificios de pisos permanecían abiertos, aún no existían, al menos en Sevilla y en mi barrio, los “telefonillos” o porteros electrónicos). Y lo miré, ojos a ojos. Y enseguida mi vista se desvió por sí sola hacia abajo. Y los vi. Se había desabrochado la bragueta del pantalón y me estaba enseñando sus genitales. Corrí como una condenada, como un alma al que la lleva el diablo, como un perdigón, como una perdiz, quizás como un gamo o un leopardo, atacaba los escalones con mi, calculo que número 30 por entonces de mis pies y mi resuello (y miedo) de niña, a la vez que llamaba con un casi alarido a mi madre ¡Ma-mááááá! para que me abriera rapidisimamente. Bueno, no me quedó trauma, aunque nunca lo he olvidado. Yo ya “sabía” qué era “eso” aunque no los hubiera visto nunca. Al poco tiempo, mi hermana, la que me seguía en edad, y yo íbamos camino del conservatorio por una calle algo angosta. Vi venir un hombre con una gabardina (sí, no falla) y algo rosa entre las piernas. No sabría definir de otra forma lo que percibí como a cincuenta metros de nosotras viniendo de frente. Cuando logré atisbar o identificar lo que llevaba entre sus extremidades andarinas, cogí a mi hermana de la mano y, diciéndole “No mires, Eva, ¡cierra los ojos, ciérralos!”, con voz apremiante pero muy bajita, casi susurro, aceleré el ritmo de nuestros pasos para cruzarnos cuanto antes con el exhibicionista y poder dejarlo atrás. Ella me hizo caso: aún recuerdo su carita con los ojos muy apretados, cerrados. Como ya me había pasado algo parecido, tampoco me quedó trauma. Solo me llamó la atención que tuviera unos testículos tan rosas y tan brillantes. Lástima, esta vez, cincuenta años después, no he podido calibrar el color de los huevos del menda, mejor dicho, del Rubiales. Porque con sus repetidos y escalados gestos (casi en proporción geométrica) es lo que ha mostrado ser, un exhibicionista sexual sin conciencia ni de su lugar ni del público ante el que ha mostrado sus vergüenzas. Ha ido de mal en peor. Eso sí, lo que el actual exhibicionista no sabe es que ya poseo conocimiento para atinar en lo que tengo que hacer con lo que me enseñen en tan impúdicos actos. 

(Odio la jauría humana. Comprendo a su madre y me uno a su dolor y, si hace falta, hasta a sus rezos. Pero yo no ataco a una persona, sino a una actitud que, no me cabe duda, ha sido forjada desde la más tierna infancia, como en tantos y tantas. La chulería, el machismo, el “porque yo lo valgo” y el “porque me sale de los cojones”. La falta de respeto. El abuso de poder.)

(28 de agosto de 2023)

Inclinaciones

 


El eje inclinado


¿Ha crecido el fresno o disminuido 

tu órbita tu esplendor

tu viento luminoso

el solar de esta alquería

que cobija sendas 

verticales y verdes

cuando tú y el agua

de quien castigas, pobre tierra

mía quemada por tu aliento,

lo permitís?

somos dos a punto

de abocarnos en las brasas

de tu inclemencia, fundirnos

como dos terrones de lava

recién salidos 

del volcán 

del nacer

a tu gobierno.


y así, inclinado ya ante ti,

la mitad del orbe mundano

reconoce tu atroz y vital poder.


Cruel y necesario

como cualquier poder.


Como cualquier injusticia.

(Agosto, 2023)

La costra dura de la nomenclatura (I)

 




Cuando estoy escribiendo un poemario, de vez en cuando, intercaladas entre los poemas, me salen cosas así. Y les permito ser y estar cuando los voy corrigiendo. 

La ceguera del dis-curso 

Así que el bípedo se desplaza erguido. La articulación de la cadera estrena tipo de movimiento y una pata, ¿pierna ya?, se desplaza desde atrás hacia delante. Sostiene el aire el ritmo óseo consciente de su misma necesidad de apoyo sólido y, entonces, se dibuja metamórfica y metafóricamente la primera losa, el primer suelo de esta costra dura de la nomenclatura: El miedo, el verbo. El hambre, el verbo. La autoconciencia, el grafos. La alter-conciencia, el grafos. La huella. 
La primera losa es la primera huella. 
Y el bípedo ya no atisba el abismo. 


Agustadas

 




Poema para Agosto


siniestro e indoloro cautivando

el obsequio, madreperla

benevolente culminando

la hechura de la vasija

desde el barro, limo y centinelas

bajo las palmeras de este oasis

zurdo y regalado.

Las chumberas multiplican

higos verdes: este justo verano

terminará por endiosarse

con la aureola del agosto

arenoso y libre.


Y cuánto sueño duerme

bajo las ojeras de tus testículos

tan jadeantes. Ellos piensan púdicos

y sosegados por la espera

de mis manos, y no habrá

un solo vino que desechen

cuando sed a solas manen,

cuando yo te hable

del fango y de la sangre

volverán las heladas fuentes

a derretir el blanco mármol

en la verdina fresca de mi pozo,

esa luz redonda que cultiva

el agua liberando el milagro

de los panes y los peces

en el desierto.



Presentación

 




 

Este blog, titulado "Patio interior", no es más que la continuación de mis otros dos "El cuarto claro" (poesía y otros textos) y "Meridiana claridad" (fotografía), los cuales, por diversos problemas técnicos permanecerán en suspenso "sine dia". Permanecerán abiertos durante un breve tiempo.

En este fundiré los dos contenidos expresados más arriba, es decir, y mayormente, Poesía y Fotografía.

Todos los textos, salvo que cite a otro autor, son de mi mano. Con las fotografías sucederá igual. 

Este blog está debidamente registrado como de mi propiedad, por lo que su contenido sólo puede ser compartido citándome y/o pidiéndome permiso.

Mi dirección de correo es sfserra@gmail.com


Gracias.


Sofía Serra