Noname
De qué hablaré ahora
que ya no sé decir
nada porque todo
muero y vivo ya.
Dónde estás que hasta las piedras
cantan tu nombre cómo,
cómo no sucumbir ante su límpida
melodía que atraviesa pulmones
de espanto cercenando, de un tajo,
cielos oprimidos por el peso
de un norte o un sur,
un oriente o un poniente
centro se me centra
el amor entre mis pies clavo
la dicha, lo dicho
con tantas vicisitudes
que se funden en el olvido:
Vuela, vuela alto el pájaro entregado
al aire matutino, las hojas perennes
le devuelven el mudo devenir
de la luz entre sus alas, gobiernan
sin que ellas sepan ni sus músculos
adviertan el sistema nervioso
que las nutre de libertad.
Paz para los hombres
de ancho vuelo amor
para amarse a ellos mismos
siendo solos siendo
mirlos, tórtolas, ruiseñores o buitres
poderosos que sobre el aire
caliente o frío clavan andando,
vuelan rotando, la superficie de un mundo
sobre la que hoy camino
con estos pies ya descalzos:
Huelga el cielo, huelga la tierra
así como el infierno, huelga
el camino huelga estando sola
la luz y su paciente espera
a que el horizonte gire
para inclinarse o levantarse
según disponga ella, yo,
tú. Tú no tienes nombre.
Infrinjo sueño,
nido sobre hojas verdes,
obtengo suelo donde me poso
a pesar del llanto del rocío
del ciprés eterno extraigo
el supremo clavo con el que centro
el mundo sobre el que la luz
girar puede
no olvidar
su ser
de cerca y dentro.
( De "Los restos")
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