La giganta
Hasta los jaramagos perfuman
la suerte de mis pasos
bajo el sol y sobre la tierra.
Culmina el puente de luz
la avenida que esconde
el ramo de troncos centenarios
tranquilamente dormidos
de pie, como la perra vieja
y sus canas hocicantes de hembra
parida de bruces bajo su caseta.
Huele el campo a campo vivo,
(los hay muertos),
huele el aire a sal marina muerta
izada al cielo como Layla
(sal viva, Layla, sal):
sueños tan potentes como el imán del planeta
que a todos nos sujeta a su superficie.
¿Tendrá conciencia, la Tierra, de sí misma
y los aromas que me embriagan?
¿Suspendería su deriva con rumbo
si el conocimiento obtuviera?
Yo me detengo sabedora
de mi fortuna dorada, absorbo
a través de mis sentidos la belleza
que me plasma el suelo,
goce tan rico de señuelos
que me pierden
fundida sobre la naciente pradera
que, como vello urticario de una gigante tranquila
dormitando bajo el sol y las nubes,
expele humores de agraces
mieles libadas por mis ojos
mis sentidos, mi razón...
Posados sobre la yerba,
se habitúan mis pasos al mullido jergón
donde reposan silentes a la espera
de la lluvia sus vastas ubres
de dulce, brava e ignorante matrona.
De su poderío hablan por ella
las colinas, las sierras, los barrancos,
los bosques, las tercas estepas,
las piedras son sus huesos trabados
en polvo rosa de cimientos
para esta catedral en el vientre
de la geoda. Mas ella ajena
dormita y desde su sueño
yo velo por su inocente descanso
bañándome en su ronquido
de madera, yerba, tierra y viento
contenido entre loma y loma
levanto su aliento de hembra
fecunda y recia respirando
de tanto esfuerzo callado.
De dónde llegan las encinas y los pinos,
de dónde las piedras salvajes
como tortugas marinas durmientes
excavan su nido asomando solo
sus crestas grises y azules,
de dónde la tierra dura culmina
su labor de ternura acunando
tanta semilla de flor nueva
que se abre al cielo y a mis pasos
sin huellas, sin pisadas
que las aplaste: vuelo como la abeja
liba de color en color
bajo el manto de la luminosa claridad,
bajo el aura magna de esta giganta
que, durmiendo, trabaja y se afana
para que yo sueñe, piense o goce,
para que yo desdiga cada luciente
empresa que no se oculta,
para que niegue mi forma y mi nombre
entre tanto contenido de verdad,
de plenitud completa de ser
viviente habitado y gigante, de ser
mínimo como los pétalos
de los jaramagos, de ser
minúsculo como yo.
Y como tú.
(De "En un lugar del mundo", 2019-2020)
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